martes, 29 de septiembre de 2009

PIEDRA Y AGUA EN EL COITO DE LOS SIGLOS


PIEDRA Y AUGA EN EL COITO DE LOS SIGLOS, DE ANTONIO GÓMEZ HUESO.

El polifacético D. Antonio Gómez Hueso, es un veterano en esto de escribir y publicar en nuestro Torredonjimeno, el cual a lo largo de su dilatada trayectoria ha cultivado los géneros de la poesía, la narrativa y el teatro, intercalando estas actividades con la colaboración en otros medios como la TV, la radio, colaboraciones escritas en revistas especializadas de poesía y articulista esporádico en el Diario Jaén y en otras publicaciones. La carrera de nuestro paisano es, como decimos, larga y fructífera y ya nos lo encontramos publicando sus primeras composiciones teatrales allá por los años 1981 y 1982, en donde nos sorprenderá editando tres obras de teatro compiladas en un único libro titulado “Antonio” y que verá la luz allá por el año 1986. En ellas, el autor aborda tres temas muy distintos, en la primera parte, titulada “Antonio” el autor nos aproxima a la figura de su tocayo Antonio Machado, en la segunda parte, “Un día de tantos”, el autor nos introduce mediante el género de la comedia irónica, en la vida de un político, reflejando en el texto las mezquindades y miserias del personaje; y en la tercera y última obra de este libro, titulada “Noches”, el autor quiere hacernos reflexionar sobre el silencio de la noche, cuando todo calla y sólo nuestros pensamientos nos acompañan.


D. Antonio Gómez Hueso no sólo se quedará en el género teatral. Sus inquietudes literarias le llevarán a experimentar todo tipo de géneros, y así surgirán de su mano otras obras como “Negracarbón y las siete Gigantas”, título éste perteneciente a la narrativa infantil, -género éste último que es más complicado de lo que a simple vista pueda parecer- u obras de poesía, como: “El vacío al desnudo”, al que seguirá en este mismo estilo “Cien pájaros cortejando al Fénix” (1990) y “Piedra y agua en el coito de los siglos” (1996), obra que nos ocupa.


Editada por la Editorial Alcance, el autor nos lleva al la Venecia más Eterna, la más “serenísima” de las ciudades, donde el agua y la piedra se funden para crear un marco perfecto para soñar y recrear los sentidos.


A día de hoy D. Antonio Gómez Hueso continúa en la brecha literaria y no deja de colaborar en todo tipo de medios, así como de experimentar nuevas formas de expresar lo que su alma de poeta y escritor encierra. Su generosidad es grande, como solo lo puede ser el corazón de los hombres-poetas, y por ello lo vemos colaborando con todas las iniciativas culturales que se le propongan, eso sí, siempre que el tiempo se lo permita.


Mucho más se puede aprender de D. Antonio Gómez Hueso, para lo cual el lector sólo debe dirigir su ratón a su blog personal, cuyo enlace es:
http://www.gomezhueso.com/ en donde el curioso podrá comprobar con sus propios ojos lo complicado que resulta resumir la extensa biografía de este escritor local en una sola entrada de este modesto blog.

Pero no podemos por menos que recomendar la lectura de este poeta tosiriano a todo aquel que quiera ahondar en el género poético, dejando así que su imaginación descanse en cada una de las páginas de este libro, obra de la pluma inquieta de D. Antonio Gómez Hueso,

miércoles, 1 de julio de 2009

ÓRDAGO Nº 6


ÓRDAGO N º 6: MAYO DE 2001
Puntuales a la cita anual con los lectores de la revista, salíamos a la calles en el mes de María del 2001. Año crucial, pues la dirección tenía -antes que editar el número- solventar una controversia surgida anteriormente. Dicha polémica se originó tras la publicación en un página de Internet municipal de una dura crítica a la línea editorial de nuestra revista. Las calumnias, provenientes de un personaje de extrema izquierda anticlerical, funcionario del Ayuntamiento de la localidad, tenían la zafiedad de haberse realizado con dinero público, y sin previa provocación por parte de ningún articulista de nuestra revista. Tampoco la dirección había tenido ningún conocimiento de esos hechos hasta que por azar descubrió este atentado contra la libertad de expresión.

Se planteó el problema a la hora de dilucidar la forma en la que había que contestar a este sujeto, ya que imprimir en Órdago una respuesta crítica a sus insultos sería rebajarnos a su nivel, y condenar a nuestros lectores a conservada en las páginas de Órdago el nombre de un funcionario municipal, sin el cual se puede vivir estupendamente.
Órdago optó por editar la réplica en un folio aparte, y suministrarlo sin encolar ni encuadernar dentro de la revista. De esta forma, muchos de los que adquirieron el citado número, encontraron entre sus páginas, embutido en ellas, un folio con una explicación de todo los sucedido, la crítica que se nos hacía, y a continuación la respuesta de la línea editorial de Órdago -o sea, los directores. El que quiso lo guardó... El que no consideraba relevante la crítica que aquel individuo nos hacía ni su procedencia, la tiró a la basura. Órdago era así una vez más ejemplo de democracia.

No obstante, en el número 5 se pueden consultar interesantísimos artículos como es la costumbre de la publicación.

Abría la revista un trabajo de Luis Gómez López sobre Torredonjimeno durante la época de Enrique IV. Durante aquella guerra civil, Torredonjimeno fue población destacada y capital de la revuelta, encabezada por D. Pedro Girón, que a la sazón era Maestre de la Orden de Calatrava.
Marino Aguilera escribía en las páginas de la revista un interesante artículo sobre la división provincial, en concreto el caso de Jaén. Muchas de las particularidades que nos asimilan a los castellanos y nos diferencian de los andaluces “sevillanos” se pueden entender al leer este artículo.

Dábamos así mismo noticia de la aparición de una nueva revista hermana en Alcalá la Real, dirigida precisamente por Marino Aguilera. El título de la cabecera “Avatar”, la cual seguía parecida temática y línea editorial de Órdago. Lamentablemente no tuvo mucha más continuidad que el número inicial, pues Marino no disponía de un equipo a su alrededor que le ayudase a descargar parte del trabajo. La dirección de Órdago en aquellos años, no podía permitirse el trasladarse periódicamente para ayudar, e Internet no estaba tan avanzado como lo está hoy en día. De todas formas es un proyecto que se encuentra durmiendo, para retomarlo en otras ocasiones más propicias.

Presentábamos en el artículo titulado “Un pueblo rodeado de olivares” unas interesantísimas fotografías de época sobre cuadrillas de aceituneros. Algunas de ellas fueron llevadas a láminas para luego ser enmarcadas en colecciones particulares. Así, se puede apreciar en el caso de la foto final a pie de pagina, la cual se encuentra en la actualidad decorando las paredes del molino de Acapulco de la pedanía tosiriana de Lendínez.

Manuel Fernández Espinosa nos traía una semblanza de una de las familias más “sonoras” de nuestro pueblo, la familia Rosas. Son estos Rosas oriundos de Levante, pero una vez afincados en Torredonjimeno, construyeron una fundición de campanas, de cuyas instalaciones han salido trabajos para los campanarios más diversos e importantes de toda España. Así mismo se hacía mención de uno de esos hechos intrahistóricos de que tanto gusta nuestra revista. Dicho suceso tuvo lugar en nuestra localidad allá por el año 1833 y se trata de la aciaga muerte de un fraile que se encontraba en el campanario de San Pedro de Torredonjimeno y que, en un descuido y tras voltear las campanas, precipitaron al fraile al vacío. Se reconstruía en este artículo lo que podía leerse en los Archivos Parroquiales de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno.

Traíamos al recuerdo en Órdago la memoria de Manuel Illana Aguayo, hombre de férreas convicciones y de corazón grande. Es en las páginas de la revista donde se le rinde homenaje, para que su memoria sea recordada y el paso del tiempo no borre sus hechos y olvide sus obras.
Dentro del apartado de Tosirianos Ilustres, traíamos a la memoria el recuerdo de un personaje del que luego, en sucesivos números, tendríamos ocasión de hablar largo y tendido, se trata de D. Francisco de Paula Ureña y Navas, el que fuera periodista y escritor tosiriano, director del diario “El Pueblo Católico” y muy olvidado entre las gentes de la localidad, tal vez por sus convicciones católicas y conservadoras, no del gusto de la época.

Hacíamos una presentación inédita desde el siglo XVII de Sor Catalina de los Ángeles, monja clarisa tosiriana que profesó en el convento que esta rama femenina posee en Jaén, y cuya fama de santidad y recogimiento hizo que en el siglo fuese objeto de prodigios, y que con posterioridad tenga por parte de la Iglesia Católica el trato de Venerable, “antesala de la beatificación” como explicamos en el libro de “Vidas de la Ibérica Tosiria”

Cerraba el número, un artículo de nuestro colaborador Juan ortega Cózar, que hacía un somero repaso sobre la historia del olivo.

Muchas batallas quedan por relatar de Órdago. Muchas historias que contar, de los números publicados hasta el presente, y muchas más historias que contar y que contaremos. Nuestra libertad e independencia de los poderes fácticos de la localidad fue precisamente la que concentró todas las envidias de aquellos que, para seguir con su trasero pegado a la poltrona, no tienen otra cosa mejor que hacer que criticar el trabajo de otros. Pese a ellos, seguiremos publicando. Es una alegría darles disgustos a estos individuos.
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